En el contexto político actual, llevo meses escuchando y leyendo opiniones sobre los conceptos migrar, emigrar e inmigrar.
Para mi, salvo mejor criterio, migrar es el movimiento, la acción que conlleva a Emigrar que significa SALIR del país de origen, donde uno nace y cuyo final se materializará con Inmigrar que está ligado a ENTRAR y vivir en un país distinto. Con lo cual, dependiendo del lugar donde te encuentres y hagan referencia a tu ubicación, eres un emigrante, inmigrante que migró. Inevitablemente, y en mi condición de inmigrante, ya que emigré de mi país ubicado en Suramérica a otro ubicado en Norteamérica, el concepto migrar que alude a un movimiento de algo esta irreductiblemente ligado al flujo de personas, como al flujo de las aguas que traspasan fronteras. Pero en los últimos meses, con ocasión de la campaña política para optar a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, estos conceptos fueron tornándose en adjetivos peyorativos alejándose de su verdadero significado y sentido confluyendo en uno solo, que yo sigo sin entender por qué causa tanto revuelo y repugnancia en unos y otros: los Inmigrantes. Parece mentira, que en pleno siglo XXI, para algunas personas ser inmigrante implique una connotación de “menos que” o “distinto a”, cuando en realidad el movimiento de personas (MIGRAR) se ha dado desde siempre. Se les olvida a “esos” el hecho de que la emigración es antigua, por ejemplo cuando el hombre decidió salir de África, o la inmigración de los colonizadores que decidieron entrar a países que no eran los suyos desde los vikingos hasta los sajones, españoles o portugueses. Por estos días de campaña se hizo referencia con especial atencion a un movimiento migratorio: el de los latinos o árabes hacia USA, como si el ser humano jamás hubiera pensado en MIGRAR, EMIGRAR, INMIGRAR hasta ahora. Que equivocación tan grande. Por suerte, yo me siento como muchos otros: Ciudadanos del Mundo; como el agua que recorre distintos causes y comparte distintas fronteras. |
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