A estas alturas de mi vida ( de la mía y de nadie más), he podido llegar a múltiples conclusiones, he rescatado pensamientos, he cambiado de parecer, he cometido igual o mayor número de errores que de conclusiones, pero por suerte, SI he aprendido las buenas lecciones.
Mi madre siempre nos daba la lección del día que pretendía la comprensión cierta de que mis derechos llegaban al límite de donde comenzaban los de mis hermanos y viceversa. También en el colegio donde además el movimiento scout formó parte de mi vida ( o yo de él , da lo mismo) aprendí que ¨las coas son importantes pero la gente lo es más¨ . Ya de adulta, y durante mis 30 años de casada y de vida profesional, también asumí la existencia del "otro ser" como algo fundamental. Así fui creciendo, y desarrollándome como persona, como profesional, como esposa, como madre, como colega, como todos los etc.etc. Siempre entendí que existen otros y que mis acciones podían ( pueden) generar de una u otra manera consecuencias en ellos. Hasta el sol de hoy, como decimos en mi tierra natal, sigo pensando en los demás. Hubo incluso un colega que me decía constantemente : " Sandia, a usted le gusta sudar fiebre ajena". Pues sí. Y fíjense que con la actual pandemia la estoy sufriendo más que nunca. No logro entender la actitud, ya no de los jóvenes, sino de los adultos, que creen que la cuarentena es "para aquellos que están enfermos" y no comprenden que la cosa es al revés. Si no salgo, no me contagio, si no me contagio, mi entorno puede que tampoco, y si controlo el contagio, pues se controla la cantidad de casos, y si se controla la cantidad de casos, los sistemas de salud no colapsan y si no colapsan puede que se gane la batalla. Pero no es así. Y por ello mencioné las enseñanzas de mi madre, de los lasallistas y de Baden Powell, porque me enseñaron sobre el deber cumplido, sobre el respeto a los derechos de los que me rodean. Hoy quienes hacen caso omiso a todas las regulaciones producto de la pandemia, son esos mismos que NO respetan los derechos de los demás en cualquier circunstancia de la vida. Porque como ya lo he dicho, definitivamente, la cuarentena, el encierro, o el confinamiento, es simplemente una demostración de respeto por el derecho a la vida: la mía, y la de los demás. Y si debo sufrir fiebre ajena, es una buena actitud frente a la pandemia. |
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